domingo, 29 de noviembre de 2009

El Ejército Negro (III)


La traición bolchevique

A mediados de octubre de 1920, el Ejército Negro al mando de Makhno combate al Ejército Blanco liderado por el Barón de Wrangel, derrotándolo y capturando más de 4.000 prisioneros. El Ejército Blanco se retiró a la península de Crimea.

Actuando conjuntamente pero bajo banderas distintas, los ejércitos Rojo y Negro se repartieron la tarea de atacar al Ejército Blanco. El 13 y el 14 de noviembre de 1920 el Ejército Negro tomó ambas posiciones y aisló al Ejército Blanco de Wrangel, provocando su huida.

El Ejército Rojo tomó la ciudad sin sufrir bajas, y envió 150.000 efectivos desde Rusia. En esos momentos, el Ejército Negro no contaba ni con 5.000 hombres organizados, y acababa de derrotar al Ejército Blanco (muy superior en número) después de una guerra de 9 meses.

Después de derrotar al Ejército Blanco, Karetnik es llamado por el Ejército Rojo en la noche del 25 de noviembre, para asistir a un Consejo Militar mediante el cual adecuar las condiciones futuras en favor de la convivencia de los ejércitos Rojo y Negro, y las sociedades anarquistas y comunistas, una vez expulsados los Blancos. En el trayecto es apresado por los bolcheviques. Ese mismo día el Ejército Rojo impone un Estado Mayor único para ambos ejércitos, algo que el Ejército Negro no acepta. Karetnik es fusilado al igual que Pedro Gavrilenko, el día 26 de noviembre.

El 26 de noviembre de 1920 se produce un ataque del descansado Ejército Rojo a todas las posiciones del Ejército Negro en Crimea. La proporción es de 30 bolcheviques por cada anarquista. La victoria de los bolcheviques es inevitable.


Cuando el Ejército Rojo ataca Gulai-Pole, allí se encuentra Makhno junto a unos 250 efectivos de Caballería. En una relación numérica muy desfavorable, la caballería del Ejército Negro enfrentó a las fuerzas de caballería bolcheviques y rompió el cerco enemigo. Gulai-Pole cayó en manos enemigas, pero Makhno consiguió huir.

El 7 de diciembre las tropas de Martchenko y Makhno se encuentran en Kermentchik, la desolación de Makhno es absoluta al ver que su Caballería ha sido virtualmente aniquilada. Martchenko, al bajar del caballo para saludar a Makhno, dijo: "Sí, hermanos. Ahora sabemos bien lo que son los comunistas". Los restos del Ejército Negro quedan aislados. Sólo quedaban 2.500 hombres para combatir con los 150.000 efectivos del Ejército Rojo.

Los restos del Ejército Negro se reúnen de nuevo a las órdenes de Makhno, que completa una unidad de 1.000 soldados de caballería y 1.500 de infantería. A partir de la primera semana de diciembre son atacadas las posiciones más importantes del Ejército Rojo en la zona de Gulai-Pole. En ese ataque muere Kalachnikoff, uno de los miembros más destacados del Consejo de Insurgentes.

El día 6 de diciembre el Ejército Negro ha recuperado parte de sus territorios, entre ellos Gulai-Pole, y Lenin ordena el envío de refuerzos desde Moscú.

A mediados de diciembre de 1920 el Ejército Rojo reconquistó las posiciones que le arrebató el Ejército Negro, cuyos seguidores y supuestos simpatizantes fueron masacrados. Parece correcto considerar esta fecha como el fin del Ejército Negro, ya que a partir de entonces (ante la desigualdad numérica) los anarquistas se organizaron en forma de guerrilla, formando comandos de menos de 100 hombres.

Las fuerzas comandadas por Makhno se vieron obligadas a combatir durante más de 15 horas seguidas, y cualquier daño que consiguieran causarle al Ejército Rojo era insignificante ya que los bolcheviques sólo combatían en esa guerra. Se estima que existían enfrentamientos cada día, y que en cada enfrentamiento las fuerzas rojas superaban en 4 ó 5 veces los efectivos anarquistas.

El desastre era una cuestión de tiempo. Se conocen victorias muy meritorias de Makhno, que llegó a hacer más de 20.000 prisioneros. Se sabe que más de 3.000 de estos prisioneros se unieron al Ejército Negro, así como que (debido a la imposibilidad de alimentarlos y debido a la lentitud que supondrían para las tropas) los prisioneros que no querían unírseles eran liberados después de haber sido desarmados.

A partir de entonces las tropas que custodiaban a Makhno se dirigieron al Oeste. Tras ocho meses de guerrilla y persecución ininterrumpida, en agosto de 1921 alcanzaron la frontera rumana. Makhno cruzó la frontera con numerosas heridas.

Martchenko, general jefe de la Caballería del Ejército Negro, fue muerto en febrero de 1921 por el Ejército Rojo en una emboscada. En primavera de 1921, Pedro Rybin fue arrestado por la cheka y fusilado días después en Kharkhov. Tomás Kojin, comandante general del Cuerpo de Ametralladoras, es gravemente herido en combate en mayo de 1921, y desaparece. Kurilenko, destacado en la guerra contra Denikin, muere en un enfrentamiento con el Ejército Rojo en junio de 1921. También en junio de 1921 muere Stchuss, anarquista de origen ruso y amigo personal de Makhno. Victor Belach cae en manos del Ejército Rojo y desaparece.

Pero el fin del Ejército Negro no fue el fin de los makhnovistas. La guerrilla makhnovista siguió combatiendo hasta 1924.

Componentes en el exilio de lo que fue el ejército makhnovista vinieron como brigadistas internacionales durante la Guerra Civil española; estos ucranianos formaban parte de una compañía comandada por el «teniente Shevchenko» dentro del Batallón Mickiewicz-Palafox, de la XIII Brigada Internacional o Brigada Dabrowski, que cruzó los Pirineos tras la caída de Cataluña, y que participaron en la Resistencia.
Según el historiador franco-búlgaro, Frank Mintz, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, el impacto makhnovista apareció, puesto que "grupos de guerrilleros ucranianos blandieron aún la bandera negra y lucharon a la vez en contra de los nazis y de los estalinistas".(p.303), uno de estos grupos partisanos fue organizado en 1943 en los alrededores de Kiev por el makhnovista Ossip Tsébry. Cuando Stalin murió en 1953, hubo una gran insurrección en el Gulag en la que se vio una bandera negra con el nombre de "Makhno" escrito.

El Ejército Negro (II)



Pese a que la historia oficial soviética siempre recalcó que ambos ejércitos eran uno solo, la realidad es que eso es falso. Los bolcheviques se sabían cada vez más débiles, combatiendo contra el Ejército Blanco y aliados, y carecían de infraestructuras y recursos para equipar, trasladar y alimentar efectivos. La posibilidad de que el Ejército Negro y el Verde pelearan contra los ejércitos blancos en Ucrania era la deseada por los bolcheviques, por lo que los soviets siempre se mostraron generosos a la hora de ofrecer hombres a cualquiera de esos dos bandos.

Los bolcheviques respetaban la bandera negra y el territorio conquistado por el Ejército Negro. A cambio, el Consejo de Insurgentes permitió instalar un soviet provisional en su territorio: El Soviet Militar Revolucionario de los Obreros y Campesinos Insurgentes. Lo que en un principio fue un soviet de carácter ejecutivo de carácter anarco-comunista, no tardó en provocar conflictos entre campesinos y obreros, ya que éste tenía la obligación de aplicar leyes y restricciones de libertad ordenadas desde Moscú, y los campesinos makhnovistas no reconocían ninguna autoridad superior a ellos, salvo la que ellos se quisieran imponer.

A juicio de los bolcheviques, Makhno se comportaba con excesiva autonomía, pues desarrollaba actividades que pronto chocaron con los comisarios políticos enviados por el Ejército Rojo desde Moscú. El aspecto esencial, es que Makhno no ordenaba coaccionar la libertad de actuación de los campesinos y acudía en su defensa cuando eran agredidos. Eso provocó numerosas escaramuzas entre pro-soviéticos y anarquistas, lo cual implicó un conflicto político.

No se produjo un enfrentamiento entre los ejércitos Rojo y Negro porque las malas relaciones entre los anarquistas y los comunistas coincidieron con la gran ofensiva del Movimiento Blanco en verano de 1919, apoyado por los que fueron aliados de Rusia durante la Primera Guerra Mundial y los sectores burgueses, mencheviques y prooccidentales del Ejército Verde.

Primera ofensiva de Denikin y Alianza con el atamán Grigóriev

Maknho sabía que tarde o temprano su sociedad anarquista sería engullida por uno de los enemigos, si bien la profunda admiración que sentía por Lenin lo mantenía convencido de poder llegar a un acuerdo con él.

En enero de 1919, el Estado Mayor del Movimiento Blanco ordena una retirada gradual de las tropas nacionalistas ucranias del Ejército Verde. La orden es aceptada por los nacionalistas, y esa subordinación no es aceptada por Grigóriev (Ejército Verde) y declara a sus tropas en rebeldía. Por ello, En febrero ataca al Ejército Verde, bajo el estandarte de la bandera roja pese a no tratarse él de un bolchevique. Se entiende que el uso de esta bandera fue debido a la voluntad común de los bolcheviques y de las tropas de Grigoriev.

En abril de 1919, el ejército de Grigoriev expulsó a los aliados del Ejército Blanco. A partir de ese momento la actividad de las chekas bolcheviques fue en aumento en las principales ciudades ucranianas, así como los saqueos de los campos ucranianos ordenados para el mantenimiento de las unidades de combate del Ejército Rojo. Estos saqueos trajeron consigo matanzas y fusilamientos de familias enteras de campesinos y obreros anarquistas y nacionalistas.

Existen datos que inducen a pensar que, a pesar de su victoria sobre los ejércitos de ocupación bajo bandera roja, las órdenes de Moscú eran claras respecto a Grigoriev: debía ser eliminado de forma inteligente porque pese a ser un héroe que luchó bajo la bandera comunista, sus ideas eran incompatibles con las bolcheviques.

Habían existido contactos y acercamientos entre Grigoriev y el Ejército Negro de Makhno, pero tanto la nula conciencia nacional como el arraigado anarquismo del segundo, imposibilitaban cualquier tipo de acuerdo con un nacionalista ucraniano como Grigoriev. Por otra parte, estaba el historial de la participación en pogromos antisemitas de Grigoriev, lo cual equivalía a ser un asesino a ojos de los libertarios.

Los enfrentamientos entre anarquistas y sindicatos bolcheviques eran cada vez mayores. Las consecuencias económicas en este período fueron una fuerte inflación, lo que permitió a los sindicatos argumentar que esa inflación se correspondía con los deseos del Ejército Negro de favorecer a los campesinos que explotaban recursos naturales, a costa de perjudicar a los obreros de las ciudades.

Nada de lo expuesto por los bolcheviques era cierto. La crisis fue debida a que tropas austríacas y alemanas habían acudido en ayuda de las posiciones nacionalistas durante 1917 - 1918; cobrando en forma de producción agrícola. Este cobro, debido a la debilidad económica de Alemania y Austria, pronto se convirtió en saqueos, y éstos aumentaron al encontrarse Ucrania infestada de tropas mercenarias al servicio del Ejército Blanco.

Los soviets locales practicaban políticas incómodas para la población campesina, y fueron produciéndose duros altercados. Ocurren matanzas de campesinos llevadas a cabo por guerrillas bolcheviques apoyadas por efectivos del Ejército Rojo, y se persigue a los dirigentes anarquistas, incluido Néstor Maknho.

En ese momento de conflicto en ciernes, el Jefe del Estado mayor del Ejército Blanco, Denikin, ordenó una ofensiva contra el Ejército Negro en un ataque sorpresa y tomó Gulai–Pole (6 de junio de 1919).

Mikhalev Pavlenko (anarquista ruso) fue apresado por los bolcheviques el 13 de junio de 1919 mientras se dirigía a combatir a las tropas de Denikin en un tren blindado, y ejecutado a los pocos días en Karkhov.

Esta situación fue la que acabó provocando el acuerdo entre dos personalidades tan diferentes como las de Grigoriev y el ejército anarquista, que se firmó el 25 de junio de 1919, probablemente por la política del enemigo común (primero el Ejército Verde y después los bolcheviques).

Los bolcheviques, horrorizados por la posibilidad de tener como enemigos a los Ejércitos Blanco, Verde y Negro; decidieron que la única forma de no ser aniquilados en una zona tan difícil de dominar como Ucrania, era romper la sociedad que formaban Grigoriev y Makhno, que unía a varios millones de personas.

La forma como el Ejército Negro ejerce su soberanía en Ucrania es vista con escepticismo desde Moscú y disgusta a los bolcheviques, cuyas chekas carecen del beneplácito para politizar la sociedad. Trotski plantea por vez primera la posibilidad de eliminar al Ejército Negro, formado por anarquistas sin la menor voluntad de someterse al proyecto leninista. Los enfrentamientos entre bolcheviques y anarquistas son cada vez mayores, y al parecer Lenin entiende que el principal culpable es el Capitán Grigoriev que, al contrario que Makhno, nunca ha confiado en los bolcheviques.

La relación entre los Ejércitos Rojo y Negro no había empeorado pese a la serie de asesinatos, por la sencilla razón de que a los bolcheviques no les interesaba que así fuera y el Ejército Negro no tenía otra opción. En primer lugar el Ejército Negro era correoso y atemorizaba a los enemigos con sus rápidos y devastadores ataques, y en segundo porque los bolcheviques consideraban a Makhno más afin a sus ideales que a Grigoriev, y era inútil deshacerse de Majno y dejar con vida a Grigoriev.

Al contrario que Makhno, Grigoriev (que sí luchó bajo bandera roja, algo que Makhno nunca hizo) pensaba que era más fácil un entendimiento con las fuerzas del Ejército Blanco que con los bolcheviques a pesar de las ideas contrarias de Makhno, a cuyas espaldas se carteó con los nacionalistas pro-Blancos.

Cuando Grigoriev se batía en retirada tras la ofensiva demoledora del Ejército Blanco de Denikin en verano de 1919, fue llamado por Makhno a un Congreso que estaban celebrando los anarquistas.

Según la historia oficial soviética, Makhno se consideró traicionado y ordenó el asesinato de Grigoriev después de que los bolcheviques le hicieran llegar una carta escrita por éste a Symon Petlyura, nacionalista ucraniano del Ejército Verde, que colaboró con la Entente europea que pretendía conquistar Ucrania.

Las fuentes makhnovistas atribuyen el asesinato a un discurso reaccionario de Grigoriev en un congreso anarquista. Al parecer dicho discurso fue desarmado por Makhno, y Grigoriev, al sentirse avergonzado empuñó un arma y llamó a la lucha a su guardia personal, provocando un tiroteo que se resolvió en pocos minutos.
El Ejército Negro moviliza por entonces a más de 15.000 hombres, muchos procedentes del Ejército Verde, y a mediados de 1919 parece ser la única fuerza armada en disposición de combatir el avance del Ejército Blanco en Ucrania, reforzado por nacionalistas del Ejército Verde, ingleses, franceses y polacos...

El General Denikin se demora en su ataque final sobre Moscú, debido en parte a las tropas que aún mantiene en el Sur de Ucrania luchando contra el Ejército Negro y con las que contaba para la ofensiva final. A finales de septiembre de 1919 el Ejército Blanco, en mayoría numérica, persiguió a los makhnovistas hasta obligarles a combatir a campo abierto. Combatieron durante dos días, al cabo de los cuales el Ejército Blanco huyó después de perder dos regimientos. En ese momento incierto para el Estado Mayor ruso, varios regimientos del Ejército Negro atacan sorpresivamente el grueso del ejército de General Denikin y en la batalla de Uman los aniquilan casi completamente, ocupando, también por sorpresa, las principales ciudades. Las tropas del Ejército Negro atacaban con una movilidad asombrosa, destruyendo tres regimientos Blancos en tres días, durante los cuales completaron un avance de más de 350 kilómetros.

La expansión makhnovista quebró la moral enemiga. El Ejército Negro conquistó puestos clave para el aprovisionamiento de las tropas británicas que avanzaban hacia Moscú. La interrupción de la ruta de aprovisionamiento debilitó sobremanera al Ejército Blanco y a sus aliados.
A partir de entonces el Ejército Negro mantuvo el control de Ucrania durante varios meses, mientras el Ejército Rojo devastaba los retazos del Ejército Blanco que quedaban en tierras rusas sin forma de aprovisionarse.

Poco después, los bolcheviques vuelven a entrar en Ucrania y en poco tiempo el poder soviético impregna a toda la sociedad. Para evitar conflictos mayores, la cheka no se moviliza contra los campesinos, pero muchos desaparecen. Los campesinos y el resto de anarquistas se rebelan continuamente contra las decisiones que el soviet toma por ellos. Los enfrentamientos entre bandas anarquistas y obreros bolcheviques son constantes en las grandes ciudades, mientras que en las aldeas, la implicación con la causa anarquista es total.

En primavera de 1920 el Consejo de Insurgentes, cerebro del Ejército Negro, recibe órdenes de Moscú para trasladar sus regimientos a la frontera polaca en auxilio del Ejército Rojo que está siendo golpeado con severidad en el frente occidental. El Consejo de Insurgentes liderado por Makhno se niega. Estalla entonces una guerra cruenta entre ambos ejércitos, que dura varios meses.

En la misma primavera de 1920 los bolcheviques incursionan en Gulai-Pole, arrestando y fusilando a Lepetchenko y a Sawa Makhno, hermano mayor de Néstor Makhno.
Durante esa misma primavera de 1920 el Barón de Wrangel recompone el Ejército Blanco reagrupando las derrotadas tropas de Denikin. Por su parte el Consejo de Insurgentes decide que el principal peligro es el Ejército Blanco. La petición de paz es enviada a Moscú pero el Ejército Rojo no contesta.

Estos movimientos son aprovechados por los servicios de propaganda soviética, que acusan nuevamente al Ejército Negro de planear una alianza con el Movimiento Blanco. Pero tales conversaciones nunca existieron.

Durante estos meses se produce una epidemia de tifus entre las tropas del Ejército Negro, y mueren algo menos de la mitad de los combatientes.

Los actos de guerra continúan, de manera que el Ejército Negro es debilitado aún más por los Ejércitos Blanco y Rojo, hasta el punto de que en ocasiones el Ejército Negro es atacado por el Rojo mientras se bate en retirada ante una ofensiva Blanca. Los heridos y enfermos, suelen ser llevados a poblados anarquistas que son frecuentemente asaltados.

Durante el verano de 1920 el Barón de Wrangel recupera numerosas ciudades ucranianas y expulsa al Ejército Rojo de la región, mermando las tropas bolcheviques, que debieron retirarse. Entonces accedieron a mantener conversaciones de paz con los anarquistas.

Ambos bandos liberaron prisioneros. Se habló de conceder varios departamentos ucranianos a los anarquistas, para que pudieran desarrollar en ellos sus “ensayos sociales”. El acuerdo final fue muy favorable a los bolcheviques, obteniendo los anarquistas como recompensa la retractación de los bolcheviques, que negaron que los insurgentes pretendieran aliarse con el Ejército Blanco.
Producto del Tratado de Paz, en otoño de 1920 ambos ejércitos se comprometieron a actuar conjuntamente, posponiendo el acuerdo final ante la inminencia de responder a las agresiones del Ejército Blanco.

El Ejército Negro (I)


El Ejército Negro fue un grupo armado de anarquistas con base mayormente ucraniana y uno de los cuatro ejércitos que participaron en la Guerra Civil rusa, donde combatieron además, bolcheviques integrando el Ejército Rojo, pro-occidentales, conservadores y mencheviques agrupados en el Ejército Blanco, y nacionalistas que formaban el Ejército Verde.

No se trató de un Ejército grande, pero fue muy respetado debido a su ferocidad en el combate y la rapidez de movimientos. Recorría largas distancias a gran velocidad para atacar desde varios flancos y retirarse en corto espacio de tiempo, o atacar por sorpresa en la retaguardia enemiga después de una aparente huida. Por otro lado, al tratarse de un ejército con un amplio apoyo social, no requería importantes gastos en infraestructuras ni existía necesidad de organización centralizada.

La táctica más habitual del Ejército Negro era atacar con pocos combatientes, golpear con contundencia y desaparecer, o huir en mitad de la batalla para horas después atacar la retaguardia enemiga, lo que le permitía minar la moral del enemigo.
En combates a campo abierto era reconocido por la fiereza de sus hombres, en su mayoría campesinos que arriesgaban la vida en defensa de su tierra con más arrojo que cualquier otro grupo de combatientes.


Contexto

En Ucrania existía una mayoría campesina acostumbrada a ser agredida por diferentes ejércitos y a trabajar en conjunto con otros campesinos, hasta desarrollar pequeños grupos armados, especializados en defender los poblados de los intrusos. Para estos campesinos el Estado era una instancia ineludible, que periódicamente aparecía en los campos en forma de ejército para quedarse con una parte de la cosecha.

A finales de la Primera Guerra Mundial, entre diciembre de 1917 y enero de 1918, las guerrillas campesinas expulsaron a los grandes propietarios de sus zonas de influencia, repartiendo y valorando las tierras y las industrias.

Pero en marzo de 1918, Lenin firma el Tratado de Brest-Litovsk, que permite al eje austroalemán ocupar Ucrania. Las fuertes corrientes anarquistas y revolucionarias del pueblo ucraniano que meses atrás se aliaron con los bolcheviques y lucharon a su lado, fueron aplastadas por el poderoso ejército austríaco. Inmediatamente las tierras vuelven a sus antiguos dueños, cuyos privilegios se refuerzan con el fin de mantener la neutralidad de la región mientras se prepara la vuelta del Zar. Con ese fin se nombra al Ataman Skoropadsky, que es un zarista convencido, como jefe de la RADA central.

Los terratenientes a quienes se restituyó, se agruparon con el beneplácito de la RADA para cobrar venganza sobre los insurrectos que les quitaron las tierras. El amparo legal de la RADA era normal, teniendo en cuenta que los insurrectos eran potenciales rebeldes y debían ser eliminados para evitar la reedición del caso ruso, si el zar finalmente regresaba a Ucrania. Durante junio, julio y agosto de 1918, la represión de la RADA ucraniana fue sangrienta y muchos anarquistas fueron ejecutados.

Además de la represión del Ejército Verde nacionalista, pagado por los terratenientes y al servicio de Kiev, los campesinos sufrieron los azotes continuos de las tropas de ocupación alemanas y austríacas.

La necesidad de una cierta unificación frente a la inclemente represión, es lo que lleva a los campesinos de Gulai-Pole a organizarse para tomar partido activamente en la guerra que debía librarse contra el totalitarismo y los tiranos de la RADA. Una figura destacada del Ejército Negro fue Néstor Makhno, quien aglutinó los deseos de los campesinos, contrarios a la restauración pretendida por el Ejército Blanco, y de los que jamás perdió su apoyo.

Se organizó en verano de 1918 como azote de las posiciones del Ejército Verde y fuerzas del eje europeo. Integrado principalmente por campesinos, el Ejército Negro contaba a finales de ese año con más de 1.500 efectivos. Para su mala fortuna, Makhno siempre mantuvo la esperanza de que era posible mantener una alianza con los bolcheviques en contra de los nacionalismos del Ejército Verde y la monarquía que pretendía restaurar el Ejército Blanco.

En el Ejército Negro convivían dirigentes con formas distintas de entender la Guerra. Comandantes como Karetnik, Márchenko, Vasilevsky, Veretélnikoff, Gavrilenko y Stchuss simpatizaron al principio con los bolcheviques, igual que Majnó, que incluso se entrevistó con Lenin.

Otros militares e ideólogos como Kalinitchenko, Kurilenko, Belash y los hermanos Lepétchenko, eran anarquistas que se manifestaban igualmente alejados ideológicamente de cualquier otro bando y no eran partidarios de ninguna alianza.
Maknho toleraba la libertad de sus compañeros para aliarse con los bolcheviques o combatirlos.


Organización interna y recursos militares

La organización interna del Ejército Negro se basaba en tres principios esenciales:

El Voluntariado: Todos los combatientes eran voluntarios, no se obligaba a nadie a integrarse al ejército.

La Elegibilidad: Los comandantes de las unidades, los miembros del Estado Mayor y del Consejo de Insurgentes, y en general cuantos ocuparan puestos importantes, debían ser elegidos o bien aceptados por los insurgentes de la unidad respectiva y por el conjunto del ejército.

La Disciplina libremente consentida: Todas las reglas de la disciplina eran elaboradas por comisiones de insurgentes y posteriormente validadas en asambleas militares. Una vez establecidas, debían ser rigurosamente observadas bajo la responsabilidad personal de cada insurgente y de cada comandante.

La Caballería era considerada como una de las mejores del mundo, y tenía su propio cuerpo de élite: la "Sotnia Negra”.

Se estima que en 1919 más de 25.000 ucranianos combatían en el Ejército Negro.
La capacidad de movilización del Ejército Negro era muy alta, y también se acostumbraba a rotar las tropas, debido a que la mayoría de campesinos ucranianos tenían experiencia en combate, al haber participado en la I Guerra Mundial.

Algunas fuentes citan que más de 100.000 personas combatieron en el Ejército Negro durante la Guerra Civil, ya que debe ser tenido en cuenta que los campesinos, aunque muchos no fueran combatientes regulares, eran el entramado logístico.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Suicídese! nos hará ricos...



«Suicídese, s'il vous plaît!»: así titula la revista Vanity Fair un reportaje en su última edición en el que se destapa quién se beneficia de los suicidios en la compañía francesa France Télécom.

A través de múltiples entrevistas a empleados, miembros sindicales y directivos, la periodista va desentrañando el misterio de los 25 suicidios y los 15 intentos más en año y medio. Y es que, los directivos se propusieron el objetivo de recortar personal para reducir costes: como muchos eran funcionarios, había que conseguir que se fueran por su propio pie.

Relatos macabros de los suicidios como que una empleada conversó con un compañero durante una hora hasta que se dejó arrollar por un tren, algo que ella también escuchó o que otro trabajador de France Télécom se ahorcó con un cable de teléfono, se combinan con los datos más escandalosos sobre las muertes y depresiones masivas en la empresa: en 2008 los 100.000 trabajadores sumaron 2 millones de días de baja por enfermedad al año, entre un 15 y un 40% del sueldo de los directivos dependía de su capacidad para desmotivar y provocar que los empleados abandonasen la compañía y así hasta configurar incluso el perfil del suicida: varón, funcionario, de entre 50 y 60 años.

Los métodos para promover las bajas eran espeluznantes: movilizar a la gente de puesto de trabajo, de oficina y de ciudad varias veces sin motivo, pasar a un informático a «marketing» y un técnico a teleoperador eran los más suaves. Las declaraciones cortan la respiración: «Cada mañana, en el camino que me llevaba de casa al trabajo, lloraba»; «Los funcionarios no pueden perder su trabajo, pero les podemos exigir que hagan lo que sea donde sea. A los que tienen contrato, no podemos pedirles que hagan cualquier cosa en cualquier lugar. ¡Pero los podemos despedir!»; «Yo he visto cómo un director, en público, apuntaba con el dedo a una persona y decía: "Por su culpa no habéis alcanzado la prima". ¡Imagínate! ¡Todo el mundo estaba en contra suya!».

El lema «Una llamada, una venta» serigrafiado en la oficina, no era un objetivo, era casi una obligación.

Y es que, no sólo los directivos ganaban más si conseguían más bajas de funcionarios y despedían a más gente, sino que el salario de los trabajadores también dependía de lo que vendieran en términos extremos, tanto es así que en las oficinas aparecía seriagrifado «Una llamada, una venta». De hecho, por vender poco, por levantarse mucho al baño o irse un minuto antes del puesto, un empleado recibía amonestaciones graves o retirada de una parte del salario.

Pero France Télécom mientras facturaba 53.000 millones de euros en 2008 negaba rotundamente estas acusaciones, hasta llegar a escuchar el siniestro argumento del responsable de Recursos Humanos de la compañía: «La cantidad de suicidios no ha aumentado estos años. Le recuerdo que en el 2000 hubo 28 casos y en el 2002, 29».

Sin embargo, en septiembre de 2009 saltó el último escándalo, en el que un trabajador dejó una carta acusando directamente a France Télécom de su muerte: saltaron las alarmas, Sarkozy presionó a la compañía de la que el gobierno francés participa en un 26% y se decidió destinar medio millón de euros a analizar los problemas de los trabajadores y han confiado enJean-Claude Delgenes para «crear un buen ambiente de trabajo», 12 años después de que esta locura comenzase cuando se inició la privatización de France Télécom, locura que consiguió un recorte de 30.000 empleados y el cierre de una de cada tres sedes en cinco años.

domingo, 15 de noviembre de 2009

"Necesitamos algo para que la gente muera", Informe de 1978 para la industria tabacalera británica


La industria tabacalera de Reino Unido manejó a finales de los setenta la idea de vender que fumar era bueno porque el cáncer reducía el número de personas mayores dependientes.

A finales de los setenta, la industria tabacalera estaba en un "momento crítico". Las evidencias de la relación entre su producto y el cáncer de pulmón eran ya incontestables, y el sector estaba "siendo cuestionado en muchas direcciones". Así lo recoge un informe de la asesoría Campbell-Johnson para la Asociación Británica de Tabacaleras (BAT). Han pasado 30 años desde entonces, pero parece que algunas de las consideraciones del texto no cayeron en saco roto. Ante la inminencia de un cambio en la legislación española que endurezca las actuales limitaciones para fumar en público, el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo ha desvelado este estudio. Seguramente, algunas de sus afirmaciones fueron sólo para consumo interno. Pero eso no les quita interés, aunque ya no se puedan aplicar al pie de la letra.

"El tabaco tiene la función social de limitar el número de personas mayores dependientes que la economía debe mantener". Esta consideración está contenida en un documento para manejar las relaciones públicas que la industria tabacalera británica encargó a finales de 1978. El propio autor reconoce que "obviamente" este argumento "no se puede usar públicamente", pero lo desarrolla: "Con un aumento general de la esperanza de vida, necesitamos algo para que la gente muera. En sustitución de los efectos de la guerra, la pobreza y el hambre, el cáncer, considerado como la enfermedad de los países ricos, desarrollados, tiene un papel que jugar". Esta idea, considerada un "factor psicológico para continuar el gusto de la gente por fumar como algo placentero, aunque sea un hábito peligroso, no debe ser infravalorado".

En el texto se reconoce el daño que le puede hacer a la industria la asociación del fumar con el cáncer de pulmón. "Este reto médico ha actuado como una bomba nuclear de efecto duradero" para el sector, admite el informe. Pero aún así, sugiere varias posibilidades para contrarrestar su efecto. Intentar negarlo es "escoger plantear la batalla donde la oposición [al tabaco] es más fuerte", así que habrá que esperar: "Con algún tremendo avance en lo que sabemos de las causas del cáncer o el descubrimiento de un potente inhibidor oncológico, se puede transformar la controversia sobre tabaco y salud", sugiere. Por eso, "la industria necesita estar preparada ante un repentino avance médico".

La otra posibilidad que sugería el informe era que la presión sobre el tabaco cediera ante la importancia que estaba tomando en aquella época el estudio del cáncer de mama. En cambio, advertía sobre otro posible frente médico: "El papel del hábito [de fumar] como un importante factor de riesgo cardiaco".

Entonces -recordemos, 1978-, para la industria todavía quedaba una batalla médica que dar: la de los fumadores pasivos, en el "límite de lo creíble". "Se ha intentado definir como un riesgo sanitario general en lugar de un peligro limitado a ciertos grupos restringidos de población".

También sugieren un posible peligro. Que la demonización del tabaco vaya acompañada de una relajación ante la marihuana, o una asociación entre ambas sustancias. Aunque el tabaco sea una "droga de relajación" que puede ser "una bendición para la humanidad en un mundo estresado", su asociación con la marihuana sería perjudicial.

Si la defensa sanitaria del tabaco ya se daba por perdida en 1978, quedaba la batalla social. "El humo del tabaco tiene una importante capacidad de molestar, y la incapacidad de los fumadores para tener en cuenta la comodidad de los demás es una de las razones importante que ahora se usan para condenar el hábito", indica.

Para combatir esta mala imagen, el documento sugiere varias líneas. "Todavía hay margen para intentar conseguir que el fumar se considere uno de los hábitos que no son cuestionables per se", indica. Una de las actuaciones es promover un código de conducta entre los fumadores que, si se siguen, "asegurará que no sean acusados por los no fumadores de que asumen arrogantemente el derecho a contaminar el aire a su alrededor". "Su tono tiene que ser franco y positivo", y uno de sus objetivos debe ser "restaurar la imagen del fumador como una persona extravertida y sociable, y no el ser el neurótico, apestoso y marginal que pintan los antifumadores".

La otra es la creación -"con la bendición de la industria"- de asociaciones de fumadores. El propio texto reconoce que hacer esto es difícil si se quiere que parezca una organización independiente, pero añade una posible línea de actuación: "La protección de la libertad para elegir de todo individuo adulto en cualquier campo (aunque especialmente para fumar)" y "la defensa de los fumadores contra una injusta discriminación o restricción en su disfrute del tabaco". Este es uno de los motivos por los que grupos científicos como el CNPT acusan a las asociaciones profumadores de trabajar en beneficio de la industria.



Fuente: http://ww w.elpais.com/articulo/sociedad/Necesitamos/algo/gente/muera/elpepusoc/20090812elpepusoc_9/Tes

jueves, 5 de noviembre de 2009

La mala utilización historiográfica del anarquismo



Mauricio Basterra

La temática de la Guerra Civil Española y de los movimientos obreros, así como sus protagonistas, es objeto de trabajos de investigación constantes que nos hacen acercarnos cada día más a una realidad apasionante.

Si bien existen muchos trabajos que tratan esta temática de forma seria y documentada, así como se rescatan memorias y testimonios del momento de gran valor, otros trabajos no sirven sino para encender pasiones o justificar ideas actuales poniendo a la historia como testigo. Y esto último no es solo exclusivo de la derecha política, (que tiene personajes del inframundo pseudohistórico que rescatan todas las obras franquistas del periodo dictatorial), sino de izquierda que quiere justificar sus posiciones culpabilizando a los demás. Y, curiosamente, quieren culpabilizar a aquellos que hoy, por diversas circunstancias, tienen más difícil su defensa o directamente imposible.

Toda una serie de obras, tanto literarias como cinematográficas, se ha sucedido en los últimos tiempos y ha puesto en el punto de mira a los anarquistas. Algunas con una abierta mala fe, otras por un completo desconocimiento de todo lo que son las ideas anarquistas.

Hemos vuelto a ver una amplia gama de estereotipos alrededor del anarquismo. Desde documentales como "El honor de las injurias" hasta novelas como "Pólvora negra", pasando por supuestas memorias como "Diario de un pistolero anarquista" hasta obras de investigación histórica como "El escudo de la República" o "La Batalla de Madrid". En todas ellas se ofrece una visión distorsionada del anarquismo, una no profundización en las figuras que lo componen o el convertir la anécdota en una generalidad. En esta última línea también podría encajar la obra "La revolución traicionada". A cada uno de estos ejemplos (existen muchos más) se le puede argumentar su desconocimiento, parcial o completo, de la historia del anarquismo.

El caso del documental "El honor de las injurias", realizado por Carlos García-Alix, rescata la figura de Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo. Nacido en el barrio madrileño de Las Injurias a finales del siglo XIX, recorre la vida de este personaje desde su niñez hasta su muerte (suicidio) en el Madrid de la inmediata posguerra. Si bien a Sandoval no se le puede negar ni la militancia ni la ideología anarquista, lo cierto es que sus acciones y su modo de comportamiento son minoritarios en el anarquismo en general y en el madrileño en particular. Y aquí es donde valoramos que García-Alix ha errado. Porque ha confundido, dentro de las estructuras anarquistas, "grupo de defensa confederal", "grupo específico anarquista" y "grupo de acción". Los primeros eran creados por la CNT para llevar a cabo acciones concretas contra los intereses patronales cuando la situación de clase obrera corría algún tipo de peligro. Los formaba en su amplia mayoría trabajadores. Como miembros de estos grupos habría que destacar a Cipriano Mera o Eduardo Val. El grupo específico eran los grupos anarquistas de afinidad,la mayoría en Madrid dentro de la FAI. Su misión era más política y social, de concienciación entre los ciudadanos pra extender el anarquismo. Personajes como Melchor Rodríguez o Lorenzo Iñigo pertenecían a este grupo de militantes. Por lo que respecta a los grupos de acción, eran completamente aislados, no tenían vinculación con la CNT o con la FAI, a pesar de que sus miembros pudieran estar afiliados a cualquiera de las dos organizaciones. Sus acciones eran más expeditas. Sandoval pertenecía a esos grupos, que fueron minoritarios entre el movimiento. Incluso se llega a la condena de tales acciones por considerarlas contraproducentes para el avance social del anarquismo. El pleno de la FAI de enero de 1936 condena los atracos como medio de acción revolucionaria.

La presentación de Sandoval durante la Guerra Civil como un dirigente de la "policía de la revolución" con una saña sin cuartel deja muy mal gusto. Se habla de "checas" anarquistas, cuando los anarquistas nunca tuvieron checas. Las checas fueron las prisiones secretas del Partido Comunista. Los anarquistas participaron de las prisiones del Frente Popular, junto a todas las organizaciones del mismo. Prisiones que con Juan García Oliver al frente del Ministerio de Justicia quedan clausuradas, lo mismo que las sacas de presos con Melchor Rodríguez al frente.

Haciendo una valoración general de este documental está claro que la imagen del anarquismo queda distorsionada por la figura de Sandoval, cuyas acciones y procedimientos fueron minoritarios (más teniendo en cuenta que las fuentes que utiliza de la Causa General parece en muchas ocasiones que no son cuestionadas). Da la sensación que el anarquismo estaba compuesto por una legión de pistoleros, matones y hampones. Lo que alguna pseudohistoriografía de derechas ha denominado "los gánsters de la República". Qué alejado de la realidad del momento... No se hace referencia a los ricos debates del movimiento libertario madrileño, donde Sandoval nunca entró, al desarrollo social y cultural del mismo que es lo único que explica la creciente influencia que la CNT estaba adquiriendo en el campo sindical madrileño a despecho de la UGT. Por no hablar de los límites bastante difusos de las sociedades obreras y sindicatos de una y otra organización.

Este tipo de visiones sirve para que historiadores como Ángel Viñas o periodistas como Jorge Martínez Reverte, lleguen a conclusiones completamente aberrantes de casos de la represión en la retaguardia republicana. Para Viñas y Reverte la implicación de la CNT en la matanza de Paracuellos es obvia. En el caso de Viñas leer sus páginas es casi una apología de inquina contra el anarquismo. A pesar de la existencia del acta que Reverte reproduce, pero que no da ningún dato arhivístico de la misma, los datos objetivos del momento histórico nos hacen ver que la CNT no tuvo nada que ver en Paracuellos. Habría que preguntar a Reverte de donde se saca el nombre de Amor Nuño, que fue elegido Consejero de Industria en la Junta de Defensa de Madrid (JDM), para implicarlo en esta masacre. Porque no se tiene en cuenta que los controles de la salida de Madrid, en la madrugada que comienza las ejecuciones en Paracuellos, están en manos de la Junta de Defensa de Madrid y no de la CNT (repasen las actas de la Junta de Defensa de Madrid). Porque tampoco se tiene en cuenta que los batallones de etapas de las sacas de presos los controlan los comunistas y no los anarquistas. Porque si el acta de responsables que se cita habla de ejecutar presos también hace referencia a que se ha evitado el asalto a la embajada chilena donde había fascistas emboscados. ¿Por qué tanto empeño en culpabilizar a los anarquistas, cuando las acciones de freno a estas cuestiones parten precisamente de los anarquistas? Porque son García Oliver y Melchor Rodríguez quienes frenan todo esto. Sin embargo, para Viñas, García Oliver solo es un hipócrita. Da validez a toda la versión con tal de encausar a los anarquistas en este asunto. Y sobre todo lo han hecho sin ningún tipo de criterio documental. Es seguro que todas las organizaciones integrantes del Frente Popular que formaban la JDM supieran de la saca de presos y de la ejecución en Paracuellos. Saberlo no es ejecutarlo y mucho más cuando se está afirmando la ejecución de más de 2.000 personas y apuntando nombres como los de Amor Nuño.

Otra dimensión es el libro de Miquel Mir, "Diario de un pistolero anarquista". En este caso baila hasta la propia fuente. Según el autor dicho diario lo recogió del archivo de la FAI en Londres. ¿Qué archivo de la FAI en Londres? En Londres no hay ningún archivo de la FAI. Los archivos de la FAI se encuentran en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam y hay copia microfilmada de los mismos en España. Hay otra parte de archivos de la FAI, generados en el exilio, en Francia. Pero en Londres no hay nada. ¿Cómo que obra pues en poder de Miquel Mir el 80% del archivo de la FAI? ¿No sabe que los documentos de la FAI tienen la tituralidad de éste reconocido por acuerdo con Ámsterdam? ¿Cómo es posible que si tiene dicha documentación vaya a entregársela a la Generalitat de Cataluña cuando tiene legítimos dueños? Yo conozco el archivo de la FAI y no contiene ni ningún diario ni ninguna lista de ejecuciones. Lo que es curioso, lo mismo que ocurre con Viñas y Reverte que tienen una pertenencia ideológica muy definida, en el caso de Mir es miembro de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Y es curioso que para contrarrestar responsabilidades de otros grupos se tenga que acusar siempre a los mismos.

En distinta medida, al ser una novela, nos podemos referir a la obra de Montero Glez; "Pólvora Negra". El autor recrea los preparativos y vicisitudes del atentado que Mateo Morral comete el 31 de mayo de 1906 contra el rey Alfonso XIII el día de su boda. Si bien la obra comienza con una fuerte crítica a las actitudes policiales del momento, después se pasa con armas y bagajes a toda una teoría de la conspiración sobre los orígenes de dicho atentado. Y tal como se dijo en la época, y después algunos autores han seguido manteniendo, a pesar de que esta más que demostrado que no fue así, se apunta a Francisco Ferrer Guardia como instigador de ese atentado. El autor se basa en una obra como la de José Esteban, "Mateo Morral El anarquista", donde también apunta a la implicación del pedagogo libertario. Está más que demostrado que Morral no actúa inducido por nada y por nadie. Tal como Angiolillo había hecho en 1897 o Artal contra Maura, eran acciones individuales, pues para ellos atentar contra la vida de los promotores de la represión contra el movimiento obrero podía ser la chispa que activase el estallido de una revolución. Visión que para nada se cumplió y que fue constantemente criticada por el anarquismo organizado. En la novela de Montero Glez se confunde toda una suerte de personajes de los bajos fondos de Madrid (nuevamente, como en el caso de la obra sobre Sandoval, el intentar vincular el anarquismo con el mundo del hampa) que dejan todo el esquematismo que conviene. Un Mateo Morral enfermo y esquematizado en todos los aspectos, un Ferrer obsesionado o frases completamente inverosímiles como la que pone en boca de Carlos Malato (al que presenta como un vulgar dinamitero) de que es mejor que siguieran deteniendo a Ferrer para poder seguir haciendo propaganda del anarquismo. Esto es lo que Montero Glez afirma en la novela que le dijo Malato a "Fernando Tarrida del Mármol". Con ello completa toda la visión derechista y franquista de la historia, donde todo fue fruto de conspiraciones masónicas, de contactos anarquistas-republicanos (por las páginas de la novela también aparece el director de El Motín, José Nakens) y utilizaron el chivo expiatorio de Morral, con todo un andamiaje tan bien hecho, que ni los propios jueces se dieron cuenta y liberaron a todos los culpables de la trama. Nada que envidiar, en la actualidad, a la campaña de determinado periódico sobre los atentados del 11-M.

Pero si bien existe toda esa bibliografía y obras que tratan el anarquismo desde una perspectiva completamente inaudita, hay otra que surge, que al amparo de un paraguas libertario llega a conclusiones similares. Quizá, y por citar solo uno, la obra "La revolución traicionada. La verdadera historia de Balius y los amigos de Durruti" vendría a redundar en toda una historia sorprendente de anarquistas traicionados por sus propios compañeros, de militantes libertarios guiados por intereses espúreos para sus propios beneficios (como los ministros anarquistas) y haciendo de la CNT y la FAI organizaciones completamente infantiles, donde tan solo una minoría como "Los amigos de Durruti" sabían de la realidad de la situación. Poco se ha documentado el autor al respecto. Si algo distinguió a la CNT a lo largo de toda su existencia fueron sus análisis pragmáticos y al mismo tiempo revolucionarios. La colaboración con la República durante la Guerra Civil no se ciñe solo a cuatro ministros (del quinto, Segundo Blanco, nadie se acuerda de él). El que no fue ministro fue alcalde o concejal, el que no estuvo en carabineros tuvo mando en el ejército, etc. Si por algo se tiene que distinguir la posicion de la CNT y la FAI durante la guerra fue precisamente por la generosidad en ceder en sus postulados en vista de la victoria sobre los militares sublevados. Cosa que ningún otro grupo político del campo leal realizó. Pero parece que hay una tendencia a hacer generalidad de la anécdota. "Los Amigos de Durruti" fueron un pequeño grupo dentro de la CNT catalana, no la CNT en sí. Estas defensas tan enconadas a estos grupos me recuerdan a la obra del marxista Grandizo Munis; "Jalones de derrota, promesas de victoria", donde todo el mundo estaba equivocado menos el pequeño grupo que él encabezaba. Con este modo de entender la Revolución Española se da a ver una serie de militantes de la CNT, (no olvidemos que la organización obrera más grande de todo el campo antifascista), fuera de lugar y manipulados por una minoría perversa que buscaba el poder. Nada estuvo más lejos de la realidad.

Podríamos poner muchos casos más (por ejemplo, la amplia bibliografía que surgió alrededor de Mayo de 1937, con obras como las de Ferrán Gallego), pero sería alargar algo, redundando en lo mismo. El trabajo de la historiografía anarquista o que trate el anarquismo se tiene que hacer de forma seria, trabajada y sosegada. Material hay. Hay archivos, como los de la CNT o la FAI, completamente inexplorados para muchas investigaciones. Lo mismo que la búsqueda de documentación en archivos generales con legajos aún por explorar. Igualmente, para estos estudios siempre habrá plataformas que posibiliten su divulgación y conocimiento; Germinal. Revista de estudios libertarios o la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL) son las dos mejores muestras de ello. Y esto sin desdeñar el trabajo que en muchos otros ámbitos se está haciendo en esta misma línea, cuya única misión es recuperar la historia del movimiento libertario español.

Artículo publicado en el Bicel (Boletín Interno de la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo), diciembre de 2008.