jueves, 21 de enero de 2010

Efectos de la telefonía móvil sobre los seres vivos


Facultad de Biología U.C.M:
Alfonso Balmori Martínez.

La generalización del uso de la telefonía móvil se produjo durante los años 90 del siglo XX. Desde entonces no ha cesado la polémica sobre los supuestos efectos de esta tecnología sobre la salud de las personas y sobre el medio ambiente.

Para un observador externo a la compleja temática que encierra, puede dar la impresión de que el “mundo científico” está absolutamente polarizado entre dos posiciones contrapuestas. La de los que dicen que los niveles recomendados por el ICNIRP (International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection) son suficientes para proteger la salud de las personas y el medio ambiente y los que sostienen que es necesario reducir drásticamente esos niveles, ya que las recomendaciones actuales no están tomando en consideración los efectos no térmicos sobre los organismos vivos, ni los efectos acumulativos provocados por una radiación continua de bajo nivel.

Durante los últimos años se han producido algunos importantes avances en la ciencia, que han inclinado la balanza hacia el lado de los científicos que piden precaución y una reducción de los niveles de exposición a los que están expuestos los seres vivos. Comentaremos algunos de estos avances en esta breve revisión.

En diciembre de 2004 se conocieron los resultados definitivos del Proyecto “REFLEX” (acrónimo de “Risk Evaluation of Potential Environmental Hazards from Low Energy Electromagnetic Field (EMF) Exposure Using Sensitive in vitro Methods”), en el que intervinieron 12 equipos de investigación de 7 países de la Unión Europea, entre ellos España. La investigación se realizó trabajando “in vitro” con células humanas y animales y ha servido para confirmar que las radiaciones de un teléfono móvil tienen capacidad para romper el ADN, aunque se desconocen todavía los mecanismos biológicos implicados (http://www.jrc.cec.eu.int/emf-net/emfprojects.cfm?prjtype=2)

El estudio completo puede descargarse en:

(http://www.verum-foundation.de/cgi-bin/content.cgi?id=euprojekte01)

Tras estos resultados se puede afirmar que la radiación de los teléfonos móviles a los niveles de densidad de potencia actuales tiene efectos genotóxicos. Tradicionalmente se había considerado imposible que las radiaciones no ionizantes a bajas densidades de potencia produjeran estos efectos. Pero estos resultados no son nuevos, el equipo de Henry Lai del laboratorio de investigación en bioelectromagnetismo (Departamento de bioingeniería de la Universidad de Washington), publicó esto mismo hace 10 años, cuando el despliegue de la telefonía móvil se encontraba en sus inicios (Lai y Singh, 1995). (http://www.washington.edu/alumni/columns/march05/wakeupcall01.html)

Este hallazgo no implica necesariamente daños a la salud de las personas o animales expuestos, ya que las células del organismo tienen eficientes sistemas de reparación celular. Pero por desgracia algunos estudios publicados durante los últimos años sugieren que los sistemas defensivos y los mecanismos de reparación celular pueden verse afectados por estas radiaciones (Hallberg y Johansson, 2004).

Los estudios epidemiológicos realizados con usuarios de teléfonos móviles muestran que su uso continuado puede provocar efectos a largo plazo como problemas oculares (Dovrat et al., 2005) de audición (García Callejo et al., 2005), en la barrera hematoencefálica (Salford et al., 2003) o en la reproducción (Davoudi et al., 2002).

Una consecuencia de estos resultados es que han dejado obsoleta la Recomendación Europea (1999/519/CE) asumida por la legislación española, que adoptó los niveles recomendados por el ICNIRP y sirvió como base para definir los máximos niveles de exposición de las personas.


Por otra parte los estudios epidemiológicos realizados en el entorno de antenas de telefonía revelan problemas de salud (el llamado síndrome de microondas) entre los vecinos de la instalación (Hutter et al., 2002; Santini et al., 2003; Navarro et al., 2003; Oberfeld et al., 2004). En los escasos estudios epidemiológicos realizados hasta el momento los casos de cáncer pueden llegar a cuadriplicarse en las cercanías de las antenas (Eger et al., 2004; Wolf y Wolf, 2004). Se han propuesto algunos modelos plausibles de promoción tumoral de estas radiaciones que han tenido un gran eco entre los especialistas (Leszczynski et al., 2002). La radiación del teléfono móvil sería absorbida por el tejido cerebral y activaría las proteínas del estrés (hsp 27), provocando un incremento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica y modificando el patrón de apoptosis (muerte celular programada) que impediría la destrucción de las células viejas o transformadas (que han sufrido roturas en su ADN).

Previamente a la implantación de la tercera generación (UMTS), el gobierno holandés encargó un estudio en el que se comprobaron alteraciones cognitivas y de salud por las emisiones de las antenas de telefonía móvil UMTS (Zwamborn et al., 2003). El estudio completo puede descargarse en:

http://www.tno.nl/tno/actueel/tno_nieuws/2004/onderzoek_tno_naar_effect/tno_fel_report_03148_def.pdf


Efectos en las aves

Se ha realizado un limitado número de investigaciones sobre los efectos de los campos electromagnéticos en las aves. Para la exposición a campos de baja frecuencia (Transformadores y líneas de alta tensión) la conclusión es que afectan a las aves y muchos de los efectos encontrados han sido adversos, aunque no siempre consistentes. Se han observado alteraciones del comportamiento, de la fisiología, del sistema endocrino y el sistema inmunitario, así como efectos en el éxito reproductivo, el crecimiento y el desarrollo. La revisión de Fernie y Reynolds (2005) puede descargarse en: (http://www.ierp.bham.ac.uk/publications/Fernie%20and%20Reynolds%202005.pdf)

El alcance de los campos electromagnéticos producidos por líneas o aparatos eléctricos no tiene nada que ver con el de las radiaciones de las antenas de telefonía (la distancia a la que llegan es de centímetros en el primer caso y de kilómetros en el segundo). Para los efectos de las radiofrecuencias en las aves se ha publicado una revisión en Ardeola (Balmori, 2004 a). (http://www.ardeola.org/article?id=1211)

Un estudio reciente (Balmori, 2005), que ha motivado la preparación de esta pequeña nota, echa más leña al fuego de los posibles efectos que estaría teniendo la telefonía móvil sobre la fauna. Se realizó un seguimiento de una población de cigüeñas en Valladolid, en las proximidades de antenas de telefonía móvil con el objetivo de investigar sus efectos. La productividad total en 30 nidos situados a menos de 200 metros de las antenas fue 0,86 ± 0,16. En otros 30 nidos alejados más de 300 metros de las antenas la productividad prácticamente se duplicó, con un valor promedio de 1,6 ± 0,14. Doce nidos (40%) situados a menos de 200 metros de las antenas no tuvieron pollos, mientras que solamente un nido (3.3%) de los situados a más de 300 metros tuvo cero pollos. La intensidad del campo eléctrico fue más alta en los nidos situados a menos de 200 metros de las antenas (2,36 ± 0,82 V/m) que en los nidos alejados más de 300 metros de ellas (0,53 ± 0,82 V/m). Algunas cigüeñas que intentaron criar a menos de 100 metros de una o varias antenas de telefonía en la dirección del haz principal de emisión, no lograron construir su nido. Estos resultados son compatibles con la posibilidad de que las microondas pulsadas estén interfiriendo con la reproducción de las cigüeñas blancas y corroboran los resultados de investigaciones realizadas en laboratorio por otros autores.

Los efectos a largo plazo se han podido comprobar también sobre los árboles (Balmori, 2004 b). Este artículo se puede descargar en:

(http://www.revistaecosistemas.net/articulo.asp?Id=29&Id_Categoria=1&tipo=otros_contenidos)

Comentario final

Parece importante mencionar que en el terreno económico las grandes compañías de seguros se han negado a cubrir los posibles daños a la salud de las antenas de telefonía, y que los móviles cada vez traen más advertencias, como la de que se aleje del oído cuando está estableciendo la comunicación (ya que es el momento en el que emite más radiación).

Se ha sugerido que las industria podría estar poniendo en riesgo la salud de las personas (Leal et al., 2005) y provocando una contaminación ambiental que por desgracia es invisible, y que puede tener efectos imprevisibles sobre los seres vivos.

A lo largo del siglo XX se han producido varios episodios de “secuestro de la ciencia” por parte de las grandes empresas multinacionales, que retrasaron con éxito la toma de decisiones, como en el caso del amianto, el tabaco y el más actual de los transgénicos (ver revisión en: Corporate Corruption of Science. Ed.: David S. Egilman, and Susanna R. Bohme, 2005. INTERNATIONAL JOURNAL OF OCCUPATIONAL AND ENVIRONMENTAL HEALTH, 11 (4) Special Issue., que puede descargarse íntegro en: http://www.ijoeh.com/).

Esto mismo podría estar sucediendo con la telefonía móvil, como sugieren algunas revistas especializadas (http://www.microwavenews.com/).

De lo que no cabe ninguna duda es de que es necesario seguir investigando y de que los estudios con fauna expuesta a estas radiaciones pueden ser muy esclarecedores e imprescindibles para conocer la envergadura del problema al que nos enfrentamos.


http://www.ucm.es/info/biologia/actualiz/temp/telemovil.htm

domingo, 10 de enero de 2010

"La gente es buena" reflexión de una ciclista viajera


Aunque el miedo es inherente al ser humano, no resulta difícil encontrarse con personas que tienen una percepción del mundo en el que vivimos anegada por éste.

Ese miedo y desconfianza extrema (que de uno u otro modo se encuentra presente en todos nosotros) está en gran parte causada por los mensajes con los que diariamente nos bombardean desde los medios de comunicación consciente e inconscientemente, y tiene como una de sus consecuencias el conformismo ante lo existente, ya que hay miedo a perder, por lo que actúa como lastre a la hora de intentar cambiar nada. También contribuye a fusilar la empatía humana y a extender una visión egoísta del mundo, y pensar que este mundo se basa en "pisar a los demás para evitar ser pisado por otros", visión que cobra aún más fuerza cuando se acompaña de ignorancia y desconocimiento. En este último caso, los desconocidos o "diferentes" son aún más sospechosos y enemigos, dando vida de este modo a la proliferación de prejuicios de todo tipo.

Todo esto conforma un caldo de cultivo que lleva a muchos a pensar que el ser humano es "malo" por naturaleza.
Me he topado con un artículo (http://quieroentenderelmundo.wordpress.com/2009/11/17/la-gente-es-buena/) de una ciclista que se refiere un poco a esto y lo expresa así desde su experiencia personal:


"Una de las cosas que he aprendido viajando en bici es que hay mucha más gente buena que gente mala en el mundo.

¡No! ¡En serio! No me he vuelto loca.

En mi defensa he de decir que no soy la única que piensa eso. Casi todos los que han viajado lo suficiente comulgan con esta idea.

No lo digo muchas veces en voz alta porque cuando lo he hecho he recibido miradas irónicas acompañadas de una media sonrisa por parte de mi interlocutor que solo puedo interpretar como que piensan que soy idealista, ingenua, joven e inexperta, idiota o directamente todas esas cosas juntas.

Y es difícil culparles. Si uno pasa tiempo consumiendo medios de comunicación es muy posible que haya llegado directamente a la conclusión contraria: es decir, que el mundo es un sitio peligroso en el que vivir y salir a explorarlo solo puede tener un resultado –la muerte—. Viajar consiste en averiguar con qué grado de sadismo puede ésta ocurrir.

En la tele vemos casi todos los días noticias de asesinatos en masa llevados a cabo por locos, fanáticos o mafiosos; prostitución, drogadicciones, robos de guante blanco, suburbios en los que uno no para en los stops y desgracias de muy variados pelajes cuya intensidad y morbo va en crescendo.

No niego que las desgracias y los seres malvados existan, pero lo que uno ve en la tele no es el mundo. Lo que uno ve en la tele es una pequeña parte del mundo (solo aquella ínfima parte en la que ese día ha ocurrido algo) vista a través de los ojos de un trabajador asalariado que cobra más o menos dinero dependiendo de la cantidad de gente a la que sea capaz de llamar la atención.

Cuando uno se pone a nivel de calle y empieza a recorrer el mundo se da cuenta de varias cosas:

a) Las personas no son iguales a los pueblos y los pueblos no tienen nada que ver con los gobiernos. Es decir, en Irán hay un gobierno dictatorial, pero eso no quiere decir que sus habitantes sean dictadores o personas perversas. Solo quiere decir que tienen un mal gobierno. En la tele, sin embargo, solo aparecen pueblos y gobiernos y raramente personas.

b) Que la gente no reaccione como esperas no significa que sean mala gente. Posiblemente solo signifique que hay un choque cultural entre tú y ellos. Es decir, lo que para ti es un signo de educación para un francés puede ser un signo de pereza o avaricia. Lo que para ti es algo desproporcionado o ruidoso, para otro puede ser una forma de agasajo. Posiblemente cueste entender esto porque en la tele solo escuchamos un lado de la historia: el del reportero que viene de nuestra misma cultura.

c) En general hay un problema de expectativas. Los medios, la sociedad de consumo enseñan a esperar mucho y rápido (por ejemplo, perder 5 kilos en tres semanas), pero el mundo funciona de otra manera.

Cuando pasas muchas horas encima del sillín de una bici descubres que la vida no está hecha de momentos grandes sino más bien de momentos pequeños, como el olor de la tierra recién regada; una conversación casual con alguien que conociste mientras esperabas fuera del supermercado; o un corzo que se cruza en tu camino mientras atardece.

De la misma manera, la generosidad de la gente rara vez se expresa en grandes gestos, si no más bien con pequeños: los que te sostienen la puerta del metro para que entres, los que corren detrás de ti para devolverte algo que se te ha caído o te ofrecen un sitio donde dormir cuando llueve y no hay nada donde refugiarse en kms a la redonda. Y todos los días, sin querer, recibimos decenas de estos gestos.

Sin embargo esperar que los demás hagan eso es un error. Porque la generosidad no se pide, solo se recibe. Si se esperan continuamente cosas de los demás solo puede llegar a una conclusión: el mundo está lleno de egoístas; cuando en realidad debería llegar a otra: quizá soy tan egoísta que no me pongo en el lugar del otro: ¿pueden los demás hacer lo que yo les pido?

Así que si viajas en bici alguna vez, quizás llegues a la misma conclusión a la que yo he llegado. Que el mundo es un lugar bueno, lleno de gente generosa y amable, que piensa distinto pero siente igual que tú y que no siempre está en disposición de darte lo que tú quieres o necesitas. Eso no les hace malos o egoístas, sino simplemente humanos.

Pero no se lo digas a nadie porque pensarán que eres idealista, ingenua, joven e inexperta, boba o directamente todo eso junto".